Los reductores de velocidad —también conocidos como lomos de burro o topes— son comunes en zonas urbanas. Están diseñados para obligar a reducir la velocidad, pero muchos conductores cometen un error frecuente: frenar justo cuando están encima del obstáculo. Este gesto aparentemente inofensivo puede deteriorar seriamente la mecánica del auto.
Según expertos automotrices, frenar sobre el reductor genera un esfuerzo adicional en la suspensión delantera, acelera el desgaste de amortiguadores, bujes y resortes, y afecta el sistema de frenos.
Cuando se pisa el freno justo al subir al reductor, el peso del vehículo se traslada abruptamente hacia adelante. Esto genera una presión extra que cae directamente sobre la suspensión delantera, al mismo tiempo que el sistema de frenos trabaja forzado.
El resultado es un desgaste prematuro de pastillas, discos y amortiguadores, además de posibles microfracturas o desalineaciones si el auto ya tiene uso intenso o está cargado.
Curiosamente, muchos piensan que frenando justo sobre el reductor están protegiendo los frenos, pero hacen lo contrario: generan más presión y desgaste.
La clave está en conducir con suavidad y anticipación. Así cuidas tu vehículo, tus pasajeros y también tu bolsillo.