El ajo es un cultivo muy apreciado, pero también delicado cuando falta nutrición. La deficiencia de nitrógeno es una de las causas más comunes de problemas en el huerto — y muchas veces pasa desapercibida.
Si notas que las hojas se vuelven amarillas y el crecimiento se detiene, puede que el suelo esté pobre en nitrógeno. Esta sustancia es esencial para que el ajo forme hojas sanas que luego alimentan al bulbo.
Según una nota del portal Pravda, se puede revertir esta carencia si se actúa a tiempo con el tratamiento adecuado.
El ajo mal alimentado produce cabezas pequeñas, de menor calidad y con poca capacidad de almacenamiento. Además, pierde parte de su sabor característico.
Se puede usar fertilizante rico en nitrógeno — como urea o nitrato de amonio — pero con moderación. Una opción natural es el purín de ortiga, fácil de preparar en casa y muy efectivo.
Es importante aplicar el fertilizante al inicio del crecimiento, repitiendo cada 15 días si es necesario. Evita usarlo en suelo seco o bajo sol directo.
Con ajustes simples y atención temprana, el ajo puede recuperarse y ofrecer una excelente cosecha.
Y no olvides: observar tus plantas con atención es una forma silenciosa de aprender a dialogar con la naturaleza — algo que todo buen hortelano desarrolla con el tiempo.